Un día más evitas confrontarte con tu colección
privada de sueños. El peso ardiente de estos te fuerzan nuevamente a un baile
hostil con sábanas y almohada; nada de salsa, tangos o dulces boleros, más
bien el tipo de baile con el que Belcebú hostigaría a sus condenadas
predilectas en otra noche asfixiante por los pozos del inframundo. Y así hasta
que los primeros destellos del alba anestesian tu hipertrófico cerebro. Algunos
presuntuosos apuestan a que no tardará mucho en explotar, dadle unos meses,
dadle unas semanas.
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