Thursday, 3 February 2022

Despertares

Despertarse es un arte poco valorado. No debemos restar mérito al atrevimiento que supone despojarse del abrigo camero, interrumpir los sueños y lanzarse a la gélida realidad. 
                                                
Existen diversos tipos de despertares, como existen diversos tipos de durmientes. Está el despertar iracundo, en el que la luz del día se convierte en un enemigo a batir y la bilis en el peor aliado; luego tenemos el despertar resignado, que embriaga de indolencia al usuario y ni siquiera le permite maldecir su existencia; también, raramente, está el despertar vigoroso, aquel en el que, habiendo satisfecho las reglamentarias ocho horas de sueño, la energía y el optimismo emanan de los poros.

Podemos afirmar que despertarse es una hazaña, y, como tal, debería estar recompensada. Tal vez con aplausos, canciones dedicadas o loas majestuosas. Sin embargo, yo he tenido la suerte de conocer una compensación aun mejor para tan sufrido trámite. Es tierna y dulce, de una calidez adhesiva, y felicita las mañanas como si su vida fuera en ello. Contrasta de tal forma con lo abrupto del despertar, que te hace dudar si sigues soñando. Este regalo matutino tiene forma y nombre de mujer. Incluye, entre otros detalles, risas, confesiones, debates, deseo, retozos, defensa personal y, en general, momentos de pura dicha. Momentos que se graban a fuego en la memoria, y que, desafiando a la erosión del tiempo, permanecerán inmutables durante el periplo vital de quien esto escribe.

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