Llegaron a
la playa sobre el mediodía. Se acomodaron como pudieron entre los escuetos
huecos en los que las rocas no eran muy afiladas.
Él se quedó
estático, tumbado boca arriba mientras el sol abrasaba su fornida figura; ella
se aventuró en las agitadas aguas del primitivo paisaje.
Mientras
exploraba las profundidades más superficiales, un cuerpo extrañó chocó contra
ella.
Se
trataba de un hombre, un peculiar ser cuya indumentaria consistía únicamente en
un gorro con símbolos árabes estampados que se aferraba a su cabeza
gracias a una fina tela atada a su cuello.
Se miraron
inquietos, incómodos por la tonta necesidad de decir algo.
Pero no
dijeron nada. Siguieron mirándose, cada vez más sorprendidos ante la avalancha
de sensaciones que el simple acto de mirarse les transmitía, libres ya del
rubor que provocan los encuentros con desconocidos, atentos solo a los rasgos
faciales de cada uno: ella a su afilado y velludo rostro, a sus dulces ojos
oscuros que imploraban ternura, a su ambiciosa nariz; él a su tez rosada, a sus
pómulos carnosos y a sus labios resplandecientes.
El
misterioso nadador cogió la mano de la joven y esta accedió a
seguirle. Ambos se sumergieron y bucearon por debajo de una gran roca.
Al
salir a la superficie, los ojos de la chica temblaban de emoción. Ante ella
tenía un amplio salón compuesto por viejos muebles y múltiples telas
extendidas por el suelo que hacía de antesala a diferentes habitáculos.
Pero lo que
subyugó a la joven fueron los diferentes objetos que había esparcidos por toda
la sala; se trataban de muchos de los juguetes, juegos y artefactos con los que
ella había crecido y que de una forma u otra habían ido desapareciendo a lo
largo de su infancia. Peluches ajados, casas de muñecas cubiertas de diversas
criaturas marinas adheridas a sus paredes, un pequeño carrusel de colores
destintados y varios otros elementos difíciles de reconocer.
No quiso pedirle
explicaciones, no intentó desvelar todo aquel mágico misterio, simplemente se
acercó a el y cogió su mano.Nunca más se supo de ellos.
No comments:
Post a Comment